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Estrategias de Comunicación Política con Perspectiva de Género

Comunicación Política

¿Qué es la Comunicación Política?

Es un campo de la comunicación que se ocupa de visibilizar el poder de mando de una persona, fortalecer su liderazgo, dar a conocer sus ideas para convencer, influir, persuadir.

El problema es que la idea misma de lo que es PODER se diseñó en clave masculina. Las mujeres no sólo fuimos excluidas del poder, sino que se forjó la idea de que todo lo considerado femenino carece de poder. En cambio, todo lo considerado masculino representa poder.

Por ejemplo, el tono de voz en el discurso político. Aún ahora se considera que transmite autoridad el tono grave, que, en general, es propio de la voz de los hombres. Y nótese que el mismo nombre “grave” hace alusión a cosas serias, importantes, trascendentes. No así el tono agudo que, en general tenemos las mujeres.

La comunicación política con perspectiva de género toma en cuenta eso y ofrece estrategias para que -sin masculinizarnos- las mujeres comuniquemos Poder.

¿Por qué es tan difícil?

La historiadora Mary Beard, nos cuenta que en la literatura occidental el primer ejemplo documentado de un hombre callando a una mujer está en la Odisea de Homero. Hace casi 3 mil años.

En ese poema épico se cuentan las aventuras de Odiseo (Ulises), en su viaje de regreso a su patria, Ítaca, tras la Guerra de Troya.

En uno de los fragmentos, Penélope -esposa de Ulises- baja de su recámara y escucha al poeta cantar las vicisitudes que sufren los héroes en su regreso a casa. Así que le pide, delante de los presentes, que cambie el tema y elija uno más alegre.
En ese momento interviene su hijo adolescente, Telémaco: “Madre mía, vete adentro de la casa y ocúpate de tus labores propias, del telar y la rueca… El relato (es decir, el discurso público) estará al cuidado de los hombres, y sobre todo al mío. Mío es, pues, el gobierno de la casa”.

Tanto en la mitología griega como en documentación histórica romana hay varios ejemplos relativos a silenciar a las mujeres o a descalificar de manera humillante a quienes se atrevían a hablar en público.

Afrania, por ejemplo, quien actuaba como abogada en demandas judiciales, es descrita como “descarada” que hartaba con sus “ladridos o gruñidos”.

La excepción para hablar en público era concedida a las víctimas, como Lucrecia (antes de suicidarse tras acusar a su violador) o bien Hortensia que fue portavoz de otras mujeres a quienes querían cobrar más impuestos para subvencionar la guerra. “Cosas de mujeres”, pensaron.

Pero en los asuntos políticos, concernientes a la ciudadanía, las mujeres no tenían voz ni debían tenerla. Y aquellas que se atrevieran (y muchas lo hacían, lo hemos hecho siempre), serían objeto de burlas, humillaciones, incluso violencia, simbólica o real.

En los siglos XIX y XX, en buena parte del mundo occidental, las sufragistas tomaron el espacio público para exigir derecho al voto. Fueron censuradas, incluso encerradas en la cárcel. Los carteles antisufragistas en Estados Unidos dan cuenta de lo que pensaban que debía hacerse con las mujeres que se atrevían a hablar en público para exigir su derecho a votar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“Qué deberíamos hacer con las sufragistas”

Esa historia de silenciamiento, burla, humillación, violencias y exclusión del poder público es la historia de las mujeres de todo el mundo en distintas épocas. Es la historia hoy de muchas mujeres.

Y sin embargo, aquí estamos. Reclamando nuestro derecho al poder y a transformar la idea de lo que eso significa. No hemos terminado de subir esa montaña. Pero tampoco estamos empezando. Sigamos.

 

Si deseas saber más respecto a la historia de la voz pública de las mujeres te recomiendo el libro de Mary Beard, Mujeres y Poder, España, Crítica, 2018. También puedes ver la siguiente entrevista a Mary Beard:

 

Estrategias para hablar en público

Hablar en público implica exponerse. Y eso nos da miedo porque, como ya vimos, no sólo no hemos tenido entrenamiento, sino que las ideas de la Antigüedad tienen una vigencia que asombran. Basta asomarse a lo que se dice en las redes cuando alguna mujer hace uso de su voz para decir algo que incomoda a los emisarios del patriarcado.

Sin embargo, si se quiere transformar la comunidad, participar en política, tomar decisiones, es imperativo hablar en público. Y para eso, hay que exponerse, hay que hacerse visible.

La socióloga Brené Brown tiene investigaciones muy interesantes de lo que ella llama vulnerabilidad, que, en pocas palabras, define como: “Tener la valentía para actuar cuando no puedes controlar los resultados”.

Sus investigaciones muestran que de nuestra capacidad para ser vulnerables nace la valentía, la empatía, el poder para ser visible y el coraje de ser imperfectas.

Ella sostiene: “La vulnerabilidad es dura, da miedo, se siente peligrosa; pero no es tan difícil, aterradora y peligrosa como llegar al final de nuestras vidas y tener que preguntarnos: ¿y si me hubiera expuesto?”

Recomiendo sus libros: El Poder de ser vulnerable y Más fuerte que nunca.

También sus charlas en YouTube

Y una conferencia en Netflix: La llamada de la valentía. Aquí un avance.

 

Has decidido participar en política. Así que has decidido mostrarte, exponerte. Yo te ayudo.

5 Claves para hablar en público

1. Prepárate

Sea una breve intervención en una reunión o un discurso ante cientos o miles, la preparación es clave. De hecho, la improvisación nace de un largo entrenamiento en la preparación.

Para ello tengo tres recomendaciones:

2. El miedo se controla

El miedo es un aliado no un enemigo. Nos permite estar alertas, activa todos nuestros sentidos. La clave se encuentra en que tú lo domines y no permitas que él tome el control.

Tres recomendaciones:

Respira y sonríe. El cerebro “lee” que si sonríes y respiras todo está bien.

3. Toma tu tiempo

Si te es posible llega con antelación para familiarizarte con el lugar. Es muy útil el pódium, porque coloca una “barrera” que te permitirá disimular y controlar el miedo. Pero suele estar diseñado para personas altas. Así que pide un escalón para que no quedes oculta.

4. Conecta con tu audiencia

5. Gesticula

Ángela Merkel, Canciller de Alemania 2005-2021

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Al terminar tu intervención no preguntes “¿Cómo salió?”, ¿cómo lo hice?” eso te resta poder. Mejor, después, a solas o con alguien de tu absoluta confianza, haz una autocrítica. Pero ésta debe ser amable y compasiva. Anota primero los aciertos. Y después aquello que creas que debas mejorar.

Recuerda: Ten el coraje de ser imperfecta.

El poder de las palabras

Todas las ideas y tradiciones para silenciar a las mujeres tienen impactos externos (callarnos, burlas, humillaciones, violencia), pero también internos: Nos sentimos incómodas al tomar la palabra en una reunión, al dar una orden, no sabemos cómo “sonar” con autoridad sin gritar o sin ser “masculina”.

Yo te ayudo a utilizar el poder de las palabras.

5 Claves para que tus palabras tengan Poder.

 1. Sin suavizante

Evita modificadores que le resten fuerza a tus frases.

Di tu frase directa y en presente

Evita verbos que debilitan tus frases:

 Usa el verbo en presente cada vez que puedas:

Los diminutivos disminuyen:

2. Si sabes la respuesta no preguntes

Las mujeres preguntamos para no parecer “demasiado listas”. También preguntamos para buscar aceptación, porque hemos sido formadas para agradar. En cualquier caso, eso nos resta Poder.

Sólo pregunta cuando necesites retroalimentación o tengas una duda.

 3. No te disculpes si no es necesario

Estamos formadas para disculparnos por todo. Si cometimos un error o lastimamos a alguien está bien disculparse. Pero no para tomar la palabra, o para disentir.

 4. Si te interrumpen, continua

 En general, los hombres interrumpen tres veces más a las mujeres que a sus congéneres. Debemos hacerlo evidente y dejar de permitirlo. Te propongo tres alternativas:

 5. No le des vueltas

No te sientas abrumada.

Recuerda: ¡La práctica hace a la maestra!

El poder del cuerpo

Desde hace mucho se sabe que es más lo que comunicamos con nuestro cuerpo que con nuestro lenguaje verbal.

Así, por ejemplo, si estamos ensimismadas con los brazos cruzados y la cabeza baja, podemos comunicar que estamos tristes. Si el ceño está fruncido comunicamos enojo o disgusto.

Pero investigaciones más recientes sostienen que eso también funciona para nuestro cerebro. Es decir, nuestras posturas corporales mandan mensajes al cerebro que modifican pensamientos y emociones.

De modo que si, por ejemplo, estoy triste, pero estiro el cuerpo, me abrazo, sonrío, mi cerebro disipará la tristeza más rápido y “leerá” que todo está bien.

Te recomiendo la conferencia de Amy Cudy, una experta en el tema.

Para las mujeres que participan en política o en cargos de toma de decisiones es muy buena noticia saber que podemos utilizar posturas corporales para comunicar a nosotras mismas y otros que tenemos PODER.

5  Claves para comunicar poder desde el cuerpo

1. Posturas abiertas

En términos generales las posturas de poder se relacionan con abrir el cuerpo, expandirlo. Y las posturas de debilidad se relacionan con cerrarlo, como la posición fetal. Así que sé consciente de tus posturas corporales.

2. Dos minutos

Amy Cudy sostiene que se necesitan sólo dos minutos de posturas abiertas (como las manos alzadas cuando se atraviesa la meta en una carrera) para incrementar la sensación de poder en el cuerpo y bajar el miedo. Así que antes de salir a una reunión o a dar un discurso, a solas levanta los brazos en señal de victoria y mantén esa postura dos minutos. ¡Funciona!

3. ¡Crece!

El uso de computadora, el celular, entre otras, nos mantiene encorvadas por largas horas. Así que simplemente ¡crece!

Lo mismo puedes hacer si estás sentada. A veces, el sólo hecho de erguirse y lanzar las escápulas para atrás ya te muestra con más poder. En cualquier caso, no olvides contraer el abdomen para proteger tu espalda.  

4. Mujer Maravilla

La postura de la Mujer Maravilla también es una postura de poder y es muy útil en reuniones públicas en las que, por ejemplo, quieres mostrar que escuchas, pero que tienes el poder, o bien si no sabes dónde colocar las manos.

Christine Lagarde, Directora del FMI

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

5. Ocupa el espacio

Tanto en discursos, como en entrevistas manda mensajes de PODER con tu cuerpo. Expándelo.

Francia Márquez, Vicepresidenta de Colombia

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Practica. Prueba frente al espejo. Observa cómo te sientes. 

En momentos complejos, durante la campaña o en el ejercicio.

Aléjate de los estereotipos de género

A la formación social y cultural que recibe un ser humano a partir del sexo con el que nace le hemos puesto nombre: Construcción social de Género.

El Género se sostiene en dos pilares: estereotipos y roles.

Se les llama estereotipos de género a las creencias que asignan características, cualidades, atributos sólo por ser mujer u hombre. A partir de los estereotipos se nos asignan deberes, tareas, responsabilidades, obligaciones. A eso le llamamos roles de género. Y ambos tienen interconexiones. Por ejemplo, dado que se parte de la creencia que las mujeres somos tiernas (estereotipo), se considera que somos buenas maestras (rol).

Estereotipos y roles son como un rígido cajón. Y en el asignado a las mujeres, como ya hemos visto, no se encuentra el poder público, dar órdenes, exigir la realización de tareas públicas, entre otras relacionadas con ejercer PODER.

Por ello, si quieres comunicar PODER debes alejarte del “cajón”.

Eso no significa que debas parecer hombre o que tengas que dejar de ser como eres. Significa que debes ser capaz de comunicar todas las cualidades, capacidades, talentos, conocimientos, experiencias que te muestren mucho más allá del cajón.

5 Claves para alejarse de los estereotipos de género 

 1. Cuida el lugar que tendrá la familia en tu campaña

Las mujeres somos cuestionadas por dedicarnos a la política y “abandonar” a la familia. Aunque, en los hechos, millones de mujeres trabajen fuera de casa y hagan malabares para convivir con su familia.

Como candidata también tendrás que hacer malabares para que tu papel de esposa, madre, abuela no juegue en tu contra.

Aquí te comparto algunas ideas:

Pero, dado que en el ámbito del poder nos pueden descalificar de entrada por colocarnos en el cajón, debes ser cuidadosa. Consigue datos, cifras de las mujeres que son jefas de familia en la demarcación por la que contiendes, de las madres que trabajan fuera de casa, para que puedas utilizarlas como argumentos.

2. Tres pasos atrás

Si es hombre tu jefe de campaña o, por las razones que sean, decides hacer campaña con tu esposo, padre, hermano, sugiero que caminen dos o tres pasos atrás de ti. Tú debes ser la que visiblemente guía. De lo contrario se percibirá (y se dirá) que tú no eres quien manda.

3. Frente a frente

Cuida las fotos que puedan tomarte mientras haces campaña, por ejemplo, en el mercado o en un hospital.

Que no parezca que estás comprando la verdura o dando la medicina a la persona enferma. Eso de inmediato te coloca en el cajón. Es mejor la foto en la que conversas frente a frente con la dueña o dueño del puesto, o con médicas y enfermeras. Si en algún evento hay infantes y se te acercan, mejor agáchate, queda frente a frente, en lugar de cargarlos.

4. Ropa cómoda

Usa ropa cómoda, que te represente. Si usualmente usas vestidos y faldas, ¡hazlo! Sólo cuida que el viento no te levante el vestido, porque, entonces, nada de lo que hayas dicho o hecho será noticia.

Usa un calzado cómodo. Caminarás mucho y, a veces, el camino es pedregoso. Kamala Harris, actual vicepresidenta de Estados Unidos, puso de moda hacer campaña en tenis. ¡Atrévete a hacer lo inusual!

Y en ninguna circunstancia recomiendo los escotes ni las minifaldas. Eso te coloca en el “cajón”. La sexualización de las mujeres nos cosifica. Y eso, sin duda, no representa poder.

5. ¿Qué hacer ante preguntas o comentarios sexistas?

Durante entrevistas en medios o en reuniones de trabajo o de proselitismo es muy probable que recibas preguntas o comentarios relacionados con estereotipos o roles de género, preguntas o comentarios que jamás le harían a un hombre.  

En general tengo tres recomendaciones:

Por ejemplo, si acabas de hacer una propuesta y voltean a ver a tu acompañante para corroborar, puedes decir: O, ¿tiene alguna duda? O, ¿necesita que mi asistente tome sus datos? La clave es dejar saber que tú tienes el poder.

Por ejemplo, si te comentan: “Con ese cuerpo hasta yo hubiera conseguido el puesto”. Puedes contestar: Si esa es su experiencia lo lamento, no es mi caso. Lo que sí es mi asunto es conseguir que usted y su familia tengan agua todo el tiempo. ¿No le parece injusto que esta colonia se quede sin agua tres días? Mi propuesta es…

En cada caso valora rápidamente. Lo más importante es tu seguridad, tu integridad.

Sin embargo, si es importante esa zona, quizás puedas con tu equipo diseñar un video que dé respuesta a esos comentarios, para, por un lado, hacer frente al machismo y, por otro, para atraer a votantes que con toda seguridad estarán de acuerdo contigo.

En cualquier caso, debes preparar de antemano las respuestas a hipotéticos cuestionamientos o comentarios (acaso ya hayas recibido varios). Prepara las respuestas por escrito. Respuestas que se adapten a tu contexto y a tu personalidad.

¡Hazlo ahora!  Porque más temprano que tarde te harán esas preguntas y comentarios y, créeme, si te toman por sorpresa no sabrás qué decir.

A continuación, te compartiré algunas ideas: En 2018  y 2019 preparé para el INE unas cápsulas de video con ideas para responder a preguntas y comentarios sexistas. En mi página web: www.cecilialavalle.com en el área de Centro Formación, encontrarás ese material.

Quiero finalizar este curso con la frase de la activista Angela Davis:

“No estoy aceptando las cosas que no puedo cambiar. Estoy cambiando las cosas que no puedo aceptar”.

En eso estamos muchas feministas desde fines del siglo XVIII. Y justamente es el ejercicio del poder el que estamos empeñadas en cambiar. Para ello, entre otras cosas, tenemos que subir al escenario, transmitir poder con las palabras, en el uso de la tribuna pública, con posturas corporales y alejarnos del cajón en el que estereotipos y roles nos excluyen del poder y de la toma de decisiones.

No sólo tenemos derecho al PODER. Lo necesitamos para cambiar nuestro país por uno a la altura de nuestros mejores sueños. Y sí, eso es como subir una enorme montaña. Pero ni estamos empezando ni caminamos solas.

Sigamos subiendo a la cima.